Impulsando actividades que promuevan los equipos multidisciplinares en Ciencias de la Salud desde la formación universitaria: hacia una mejora de la atención sanitaria

Abstract

La violencia en el entorno de trabajo se ha estudiado ampliamente y durante mucho tiempo en la literatura científica. En este sentido, se ha podido comprobar cómo los trabajadores del sector sanitario se encuentran en una posición más vulnerable ante este tipo de violencia (López-García et al., 2018). La Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2016) define la violencia en el lugar de trabajo en el ámbito sanitario como cualquier “abuso intencionado relacionado con el trabajo, agresión y amenazas contra profesionales, en su lugar de trabajo, incluida la violencia física y psicológica”. Si bien la literatura estima datos diversos sobre la prevalencia de este tipo de violencia, de manera general se estima que al menos uno de cada cuatro casos de violencia laboral se produce en los servicios de Atención Primaria (AP), Urgencias o Salud Mental (López-García et al., 2018). Estos datos resultan preocupantes, ya que el puesto de trabajo no solo es una fuente de sustento para los trabajadores, sino que es el lugar donde las personas se desarrollan a un nivel profesional, intelectual y social, haciéndolos así más vulnerables ante la existencia de violencia laboral (García-Pérez et al., 2021). Dada su importancia, la presencia de cualquier tipo de violencia en el entorno de trabajo tiene diversas consecuencias en todos los ámbitos de las personas involucradas (Pina et al., 2022a). Así, el estudio de las con-secuencias se ha orientado desde diversas perspectivas. Por un lado, di-versos autores señalan las consecuencias a nivel psicológico en las personas involucradas en violencia laboral, encontrando mayores niveles de burnout, menor satisfacción laboral, encontrando una afectación de la salud general, entre otros (Contreras Jofre et al., 2020; Pina et al., 2022b; Ribeiro et al., 2022; Vidal-Alves et al., 2022). De la misma forma, el estudio de esta problemática se ha enfocado en las consecuencias a nivel laboral, puesto que la relación entre el usuario y profesionales se ve afectada y tiene múltiples consecuencias para ambos (Pina et al., 2021; Pina et al., 2022b). Por esta razón, mejorar la calidad de la atención sanitaria se ha convertido en un tema de interés latente en la sociedad actual. A menudo, la baja calidad de la atención conlleva un importante foco de conflicto con incluso manifestaciones de violencia laboral sanitaria (Pina et al., 2021; Pina et al., 2022b). La sobrecarga de los entornos asistenciales, así como la presión asistencial, especialmente desde los acontecimientos de la COVID-19, fomentan el deterioro de las relaciones, aumentando así la violencia no física dirigida al personal sanitario, en especial al personal médico, de enfermería o administrativo (Aspera-Campos et al., 2020; Bhatti et al., 2021; Gulati et al., 2021; Lafta et al., 2021). Es por ello que el trabajo sobre la calidad asistencial resulta un buen punto de partida para la mejora de esta problemática. En este sentido, tanto usuarios, profesionales, como investigadores, pro-ponen actividades que impulsen un cambio de paradigma en la asistencia como propuesta de cambio para mejorar la calidad de la atención. Estudios de diseño cualitativo realizados tanto a usuarios (Pina et al., 2021) como a profesionales (Pina et al., 2022b) analizan los focos de conflicto en la relación y la asistencia sanitaria, así como las propuestas que hacen los propios implicados para el abordaje de dichos conflictos identificados. Entre las muchas propuestas reflejan la falta y la necesidad de equipos multidisciplinares dentro de la asistencia. Entendemos por equipos multidisciplinares un grupo de trabajadores de diferentes antecedentes profesionales, preparaciones académicas o disciplinas laborales que colaboran en proyectos puntuales o de manera continua (Rando Huluk, 2016). Con anterioridad, los beneficios del trabajo en equipo multidisciplinar han quedado demostrados en diversos estudios (Chover-Sierra y Martínez-Sabater, 2018; Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, 2013). Estos permiten mejores diagnósticos y un cambio en la forma de ver al paciente de forma más holística. El trabajo en equipo desde diferentes disciplinas amplia los conocimientos individuales y mejora los enfoques de propuestas de tratamiento personalizado (Chover-Sierra y Martínez-Sabater, 2018; Gutiérrez, 2014). En cuanto a medidas de resultado, la suma de las aportaciones de los sanitarios aumenta la capacidad resolutiva y la probabilidad de éxito más allá de lo individual (Ta-mayo et al., 2017). La importancia de Iniciar y promover este tipo de actividades en equipos multidisciplinares desde la formación académica es defendida por algunos autores (Pina et al, 2022b). Es por tanto que el profesorado ocupa un papel fundamental para promover competencias que fomenten la multidisciplinariedad entre el estudiantado dentro del campo de Ciencias de la Salud. Sin embargo, el número de proyectos en los que el estudiantado trabaja de forma conjunta con el resto de ramas relacionadas con la Salud son escasos. La Universidad Miguel Hernández de Elche es una universidad pública ubicada en el sureste de España. Consta de diferentes campus repartidos por la provincia Alicantina. El Campus de Ciencias de la Salud se encuentra ubicado en Sant Joan de Alacant, en este se imparte docencia en relación a 5 Grados dentro de las Ciencias de la Salud (Grado de Podología, Grado de Medicina, Grado de Farmacia, Grado de Terapia Ocupacional y Grado de Fisioterapia), esto le convierte en un entorno ideal para promover e impulsar actividades relacionadas con las cuestiones planteadas (Universidad Miguel Hernández, 2018). Acorde a todo lo anterior expuesto y como actividad propuesta desde la formación universitaria dirigida a la mejora de la atención sanitaria, se realizaron unas jornadas multidisciplinares en Ciencias de la Salud entre todos los Grados del campus.