Resumen :
El Espacio Natural La Muela, Cabo Tiñoso y Roldán extiende sus más de 11.000 ha en la parte occidental del litoral cartagenero, en la zona Sur de la Región de Murcia. El creciente interés surgido acerca de este tipo de paisajes agroforestales y la complejidad de componentes y procesos que lo caracterizan, justifica su estudio integral desde la perspectiva interdisciplinar que persigue la ciencia de la ecología del paisaje.
A través de una profunda revisión bibliográfica apoyada en el estudio cuantitativo de datos territoriales, se obtiene una completa identificación de los recursos administrativos, geoclimáticos, bióticos y socioculturales que conforman el paisaje agroforestal del Espacio Natural. Se reconoce un mosaico agroforestal donde los cultivos de secano de almendro se alternan con masas de matorral y bosque mediterráneo, bajo las condiciones de intensa aridez y escasez de agua que caracterizan su abrupta topografía. Aparece asociado un alto grado de biodiversidad faunística y florística que justifica su protección bajo las figuras de LIC, ZEPA y ENP, carentes por otro lado de instrumentos de planificación definitivos. Un creciente número de nuevos residentes, muchos de de ellos extranjeros, vienen a compensar el envejecimiento y masculinización de la población originaria. Los entornos rurales, repletos de pequeños núcleos rurales y viviendas diseminadas, cuentan con valiosos recursos histórico-patrimoniales y etnológicos pero con insuficientes servicios públicos.
El análisis cualitativo de entrevistas a actores sociales y expertos del territorio, apoyadas en la observación sistemática participada y el estudio documental, permite la interpretación de los procesos interactuantes en el paisaje agroforestal del ENP. Aparece representada una distribución tradicional de población ajustada a la topografía y las posibilidades agrarias, que en las últimas décadas ha ido adaptándose al gran incremento en la demanda de viviendas –vacacionales o dormitorio-, derivada de la proximidad a la ciudad de Cartagena y el atractivo de sus paisajes. Las limitaciones por la condición de ENP han podido contener su sobreurbanización, e intentan ahora la adaptación de las viviendas a tipologías arquitectónicas tradicionales. Por otro lado, la sequía, la falta de rentabilidad agraria y la falta de reemplazo generacional amenaza la continuidad de los cultivos tradicionales, y aconsejan la búsqueda de alternativas para su continuidad. El incremento en el número de visitantes para realización de actividades de ecoturismo y, sobre todo, deporte en la naturaleza, genera nuevas oportunidades no carentes de problemas de conservación del paisaje. Asimismo, al tiempo que el rol tradicional de la población local como gestora activa del paisaje va en retroceso, aparecen nuevas y diversas identidades y relaciones sociovecinales a partir de unos nuevos pobladores más tendentes a la “musuealización” del paisaje. El mantenimiento de la función de bien público del paisaje agroforestal en un territorio eminentemente privado, recomienda en definitiva la puesta en marcha de instrumentos de gestión y planificación que favorezcan la participación local, con objeto de asegurar la efectiva protección del paisaje agroforestal del ENP.
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