Diagnóstico y propuestas para la conservación del patrimonio arquitectónico privado en el casco histórico

Abstract

El patrimonio de Orihuela alberga joyas que han hecho las delicias de propios y extraños a lo largo de los siglos. En relación con su castillo —indiscutible emblema de nuestra ciudad— comentaba el historiador don Pedro López de Ayala que “es uno de los más fermosos é fuertes del mundo”. El Colegio Diocesano de Santo Domingo, cuyos pasillos han visto formarse a eminentes estadistas como el conde de Floridablanca y a brillantes literatos como Miguel Hernández —, se yergue en la conciencia general como el "Escorial Levantino" por su impecable arquitectura. El Seminario de San Miguel, baluarte del siglo XVIII, sirvió tanto de centro de estudios teológicos como de prisión durante la dictadura. Predicó San Vicente Ferrer en esta ciudad, por ser, según las crónicas, “muy viciosa y llena de culpas”; ordena el Santo levantar la ermita a la Virgen de Monserrate. En marzo de 1488, o bien la Iglesia de Santiago o bien la Catedral del Salvador fue testigo de una reunión de las Cortes convocada por los reyes católicos; la primera, centro de los templarios; la segunda, celadora de reliquias y de obras de arte de incalculable valor. Orihuela es una ciudad que rezuma patrimonio en cada uno de sus rincones. Cada calle y edificio cuenta una historia única. Su grandeza no reside únicamente en sus monumentos, sino también en las viviendas, las plazas y en los pequeños detalles que conforman el alma de la ciudad, supervivientes del devenir de los años.