Abstract:
El 99,82% de las empresas en funcionamiento de nuestro país a día de hoy son de tamaño reducido, es decir pyme, entendiendo por tal aquella entidad que tiene menos de 250 trabajadores y cuenta con un volumen de negocio anual inferior a los 50 millones de euros. Por tanto, su relevancia en el tejido empresarial español hace necesaria la realización de estudios como el presente.
La elaboración de una precisa planificación fiscal y financiera a corto plazo, la adecuada gestión de los recursos humanos, el establecimiento de acuerdos y colaboraciones con las empresas del entorno y la optimización e innovación de sus productos y servicios para adaptarse a los cambios del mercado son algunos de los factores clave que están asociados al éxito de las pyme.
La manera en que las pyme tributan por los beneficios obtenidos anualmente varía según su condición jurídica, de manera que aquellas que se decantan por la constitución de una sociedad van a tributar por el IS, y aquellas que tienen consideración de persona física, más conocidas como autónomos, van a tributar en el IRPF. Con carácter general, el tipo que grava los beneficios de las sociedades es el 25%, mientras que, en el caso de los autónomos, obtenidos los rendimientos de sus actividades económicas, se adicionarán al resto de rentas que puedan tener y se extrapolarán a la correspondiente tarifa del impuesto, oscilando entre el 21% y el 53%.
Por su parte, tanto personas jurídicas como físicas, empresarios y profesionales, recaudaran e ingresaran en la hacienda pública el IVA, mediante las correspondientes liquidaciones trimestrales.
Al margen de estos tres impuestos genéricos, existen otros autonómicos y locales a los que las pymes hacen frente en función del territorio en que se asienten. Pese a la obligación de darse de alta en el IAE, únicamente tendrán que tributar por este impuesto si obtiene una cifra de negocios igual o superior al millón de euros.
Dado el reducido tamaño de estas empresas, elaborar una correcta planificación fiscal es un punto clave a la hora de redactar un plan de empresa, para así no contar con parte de un capital que al final acabará destinándose al pago de impuestos. Esta importante labor es la que ha de desarrollar un asesor fiscal, cuya principal función es buscar el menor coste fiscal para el cliente, siempre dentro de la legalidad. La figura del asesor fiscal además es una pieza clave en el sistema tributario español, ya que desempeña una labor social como intermediario entre el contribuyente y la administración, y colabora con esta en la prevención de conductas defraudadoras.
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