Autoridad y resistencia. Causas y consecuencias de la pérdida del respeto político y social a la figura del policía y al principio de autoridad

Abstract

En el presente trabajo se investigan las causas y las consecuencias de la pérdida del principio de autoridad de los agentes integrantes de los distintos Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, que se ha difuminado en una sociedad cambiante que avanza muy rápido, con nuevas formas de comunicación y de información carentes en ocasiones de veracidad, en otras de rigor y en otras de dudoso origen o legitimidad, pero con algo en común, que están al alcance de la gran mayoría social, fomentando la polaridad entre sus miembros. El orden, la disciplina, o el límite han pasado a ser palabras trasnochadas en una sociedad fluida y voluble, cada vez más individualista, donde la educación juega un papel importante tanto en el seno familiar como en la escuela, en donde el principio de autoridad es vital para una posterior convivencia armónica. Todo hace pensar que el poder en general y la política en particular son responsables de las múltiples causas que han originado esta crisis de la autoridad, consecuencia de su interacción con una sociedad cada vez más encolerizada y reprimida por las fuerzas del orden público, manteniendo la creencia que ante la violencia social es suficiente con ampliar la plantilla policial, pasando de una estrategia preventiva a una solución represiva con una denostada ley de Protección de la Seguridad Ciudadana (‘Ley mordaza’?), y con una legislación de la organización policial desfasada y obsoleta lastrada desde los años 80.

This paper investigates the causes and consequences of the loss of the principle of authority of the agents making up the different Security Forces and Corps, which has become blurred in a rapidly changing society, with new forms of communication and information that sometimes lack veracity, sometimes lack rigour and sometimes are of dubious origin or legitimacy, but with one thing in common: they are within the reach of the vast majority of society, fostering polarity among its members. Order, discipline and limits have become outdated words in a fluid and fickle society, increasingly individualistic, where education plays an important role both within the family and at school, where the principle of authority is vital for subsequent harmonious coexistence. Everything suggests that power in general and politics in particular are responsible for the multiple causes that have led to this crisis of authority, a consequence of their interaction with a society that is increasingly angry and repressed by the forces of public order, maintaining the belief that in the face of social violence it is sufficient to increase the police force, moving from a preventive strategy to a repressive solution with a reviled Law for the Protection of Public Security (‘Gag Law’?), and with legislation on police organisation that is outdated and obsolete, and has been in place since the 1980s.