We love Benidorm (Follarse la Ciudad III)

Abstract

We love Benidorm toma el municipio levantino que le da nombre como paradigma de la construcción masiva y de la transformación cultural y visual desde el tardofranquismo hasta el s. XXI. El recorrido visual de la serie conceptualiza un imaginario extractivista que analiza los cambios entre imagen, cultura y petromodernidad derivados del turismo, la globalización, el consumo masivo y el auge lo desechable, el imperio del souvenir y de lo kitsch, la exotización del sur en el norte, o la estética pop y del parque temático, en un entorno cada vez más artificial y menos sostenible. Hasta el momento se compone de 5 fotomontajes y 1 playlist como antecedentes (2017), 2 serigrafías a dos tintas sobre papel (con una edición de 30 c/u), 3 impresiones fotográficas (sublimación sobre textil), 18 ilustraciones (rotulador y tinta sobre papel), y 2 colecciones de postales (9+12).

Supone la tercera entrega de Follarse la ciudad (desde 2009), un proyecto abierto en el tiempo que propone una revisión crítica del orden público de la ciudad. Mediante cambios de escala y una hibridación iconográfica (técnica, sci-fi, pulp, fanzinera, …) quiere revolucionar, re-sexualizar e incluso hipersexualizar visualmente el espacio urbano. A través de una invasión quasi alienígena perpetrada por una giganta-monstrua mutante (nuestra Autoerótica), permuta de forma especulativa ciertos valores simbólicos de un tipo de arquitectura (fálica), además resignificar ciertos espacios (otros) como fuentes, edificios raros, etc. Así, reformula cada polis asaltada como un parque de juegos sexual para “la invasora” (hasta el momento Barcelona—vol. I, La Habana—vol. II y Benidorm—vol. III, en subseries diferenciadas). En estas ciudades, y a partir “del asalto” de elementos icónicos de las mismas, se invierten dicotomías tales como lo activo y lo pasivo, lo público y lo privado, lo masculino y lo femenino, lo extranjero y lo nativo, o lo colonizador y lo conquistado. En este escenario, el deseo y la pulsión son motores para el caos y el desequilibrio, poniendo en solfa el característico juego de apariencias urbanita. Paralelamente, y a través de la perversión del concepto “souvenir”, cuestiona la mercantilización turística que las principales capitales mundiales realizan de su imagen más depurada. Esto es visible en la colección de fetiches de los diferentes “monumentos” asaltados, una serie de brocas-dildo intercambiables para el berbiquí-vibrador-percutor a escala humana, disponibles en un set de viaje —según las lógicas de transporte de la obra artística institucionales y de mercado