Resumen :
Con mayor o menor incidencia, la enfermedad ha sido –y continúa siendo– una incómoda compañera del ser humano. Sea en forma de violenta pandemia, como la peste de 1348 o la gripe de 1918, o de manera cronificada, la entidad patológica y las consecuencias que lleva aparejadas (invalidez, muerte, pérdidas económicas…), han formado parte de una realidad ante la cual las sociedades han debido enfrentarse con desigual fortuna. Esta lucha se ha desarrollado desde diversos paradigmas que, en ocasiones, han sido concebidos a partir de distintas esferas: médica, popular y religiosa, diferenciadas y permeables, o también entendidas como un todo más orgánico, el denominado «mundo médico», que abarcaría la totalidad de quienes se dedican a procurar salud, con formación reglada o sin ella. En cualquier caso, la presencia de la enfermedad ha contribuido a dar forma al devenir histórico de las comunidades humanas, junto con otros acontecimientos de origen climático, sobre todo sequía e inundaciones, geológicos como terremotos o erupciones volcánicas, o biológicos como las plagas que destruyen las cosechas. En suma, todo aquello que puede incluirse
en el conjunto de lo que llamamos desastres «naturales», cuyo estudio por parte de la historiografía está permitiendo, en las últimas décadas, un mejor
conocimiento del pasado.
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